lunes, 30 de julio de 2012

Época de cambios

Llevo demasiado tiempo desconectada del Blog y es difícil resumir todo lo que me pasa por la mente y, sobre todo, volcarlo aquí con cierto sentido. 
La carrera se ha acabado, con fiesta y despedidas incluídas; con algún sinsabor y un par de confesiones de borracha que no sé si lamentaré. Ahora la preparación del temido MIR acapara mi tiempo y lo he llevado bien las dos o tres primeras semanas, pero con todas las noticias que cada día nos llegan de los ineptos personajes que nos gobiernan, se me están yendo las ganas de luchar por mi plaza...
Por otro lado, he retomado tres cuestiones que andaban aparcadas:
- Conversaciones con quienes durante años se lo llevan ganando. Es una tarea de las concluidas. Me siento orgullosa y he desechado a gente que definitivamente no se lo merecía.
- El deporte. ¡Oh, sí! He vuelto a saborear esa sensación de agotamiento físico, a percibir las gotas de sudor brotando por mi cuerpo, a pelear hasta la extenuación... y ganar; porque en el deporte siempre se gana: o te superas o te da la fuerza necesaria para hacerlo al día siguiente. No es karate, pero es lo que mi cuerpo soporta, y me tengo que conformar.
- Se acabó hacerme la dura. Las verdades, a la cara. De momento me va bien... o no me va bien, pero me hace sentir mejor persona. He recuperado a alguien a quien no le correspondí como se merecía. Con eso me basta. Es mucho más de lo que he tenido, y de lo que hubiera imaginado. Representa la unión de hacer caso a unos buenos amigos que me llevan empujando pacientemente hacia el camino correcto, y de la disposición de esa persona, que de momento parece prometedora. También he perdido a gente... pero si no era ahora iba a ser más tarde. En cualquier caso, relaciones que pendían de un hilo demasiado fino. De eso ya no quiero más.

He cambiado. He madurado. He cerrado etapas importantes. Admito que quienes en estos días se han alejado vuelvan a mi si de verdad lo desean, pero ya no va a haber medias tintas. Estoy harta de ser pañuelo de lágrimas y ver desde la distancia las sonrisas de quienes sólo me transmiten preocupaciones. Somos para lo bueno y lo malo; para ambas cosas. No quiero sufrir por la gente y que cuando yo lo necesite no haya nadie que me escuche. 
Los amigos, contados con los dedos de una mano. Si hay vacantes, que se ocupen, y si hay candidatos merecedores, que me llenen la otra mano, pero quien se queda que cumpla. 

Y esto como diarrea verbal antes de cenar y con el propósito de dejar aclarada mi situación actual. Dentro de unos minutos, un relato con algo de verdad y algo de fantasía, como siempre.

Sed felices, y no derrochéis vuestro tiempo en leerme (o dejad comentarios, gañanes)