viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidad

Celia tiene una pequeña casa repleta de tapetes de ganchillo y recuerdos. Es fría y la madera parece quebrarse bajo sus torpes pies, pero le ha dado cobijo y ha velado por su familia, viéndola crecer y pelear por su futuro. Cuando su hijo fue a por ella pareció no importarle todo aquello, y sin mirar a su alrededor cogió su maleta y la cargó en el maletero, y a ella en el asiento del copiloto. Pasó el camino fingiendo una sonrisa que hablaba de las ventajas de su nuevo hogar y de vivir junto a sus nietos, pero Celia añoraba su vieja mecedora y la manta sobre sus piernas, las conversaciones con los cada vez más escasos vecinos, su cocina de gas y las cazuelas de porcelana, y fingía escuchar a su primogénito mientras derramaba una lágrima viendo alejarse por el retrovisor a su pequeño pueblo.
Un par de horas después, Celia despertó y sus ojos reflejaron las luces de la Gran Vía, que se desplegaban como en un insulto de poder sobre su pequeña y débil figura. Cada vez se sentía más ajena a todo aquel mundo que ella ni había conocido ni había necesitado. La llevaron a toda velocidad por calles inundadas de hipocresía, ruido y regalos innecesarios cubiertos de papel brillante, y cuando llegó a casa, el portal se extendió a sus pies tan frío como el mármol que lo envolvía. Su nuera la rodeó con rapidez con sus brazos y un par de niños se vieron obligados a hacer lo mismo. Se sentía como un títere en manos de su propia familia.
En la soledad de su habitación, se sentó en la cama y se sintió aturdida: los ruidos de la calle, la altura del edificio, la decoración moderna e impersonal que la rodeaba...
Celia pasó así su última Navidad. Añoró la calma y la paz que la habían acompañado toda su vida, sus viejos muebles, los álbumes de fotos que no había logrado guardar en la bolsa de viaje, pero sobre todo añoró tener que soportarlo en silencio, sin argumentos que a sus modernizados hijos les hicieran comprender que todo aquello era más saludable que cualquier hospital de ciudad, que todo médico, que toda alimentación pasteurizada y controlada por una cadena de señores que industrializaban la comida natural. Ella envejeció de repente porque su corazón quedó en los rincones de su hogar, y sus últimas miradas no vieron la fría cama de hospital en que se perdieron, sino que repasaron el porche en que dió su primer beso, la camita de la alcoba donde dió a luz a sus hijos, el olor de la leña quemándose en la chimenea, y el del brasero cuando pudieron permitírselo, sus agujas de ganchillo, su caja de las fotos de su vida...

domingo, 18 de diciembre de 2011

Cuando lo vives en primera persona

Acabo de tomar una dura decisión. Desde principios de curso sabíamos dos cosas: que Medicina Preventiva iba a estar difícil de aprobar, y la fecha del examen. Pues bien, aún sabiendo eso desde hace meses, mañana no me examino. 
¿Los motivos? Tengo pánico a que agote las convocatorias de esta año para cada asignatura y que no termine la carrera, pero lo que es más importante, tengo claras mis prioridades.Se supone que los que estudiamos Medicina lo hacemos con la finalidad de que nuestros conocimientos sirvan para mejorar el estado de salud de las personas en su definición más amplia. Sin embargo, parece que nos cuesta ceder esa importancia a las personas que tenemos a nuestro alrededor. 
Me explico: esta mañana mi madre ha tenido un accidente y necesitaba que la atendiesen en Urgencias. Todos los que hemos rotado por este Servicio sabemos cómo va el asunto desde dentro: las prácticas son geniales, deseas que tu Adjunto te diga del paciente eso de "Es todo tuyo", es un ritmo frenético, interpretas analíticas de cinco pacientes distintos, te levantas y miras radiografías de otros tantos... pero cuando estás en la sala de espera, todos los diagnósticos diferenciales se concentran en una sola persona: en mi caso, mi madre. 
Evidentemente, cuando se la llevó la Ambulancia y tuve un segundo de lucidez en mi solitaria casa, metí dentro de la bolsa de ropa-para-evitar-que-mi-madre-salga-del-hospital-en-pijama, mi taco de apuntes. Para matar las horas de la sala de espera, también es obvio que los he sacado. Ahí estaban, como riéndose de mi circunstancia y planteándome un reto que sabían que tenían ganado.
Cuando, después de solucionado el susto, he vuelto a enfrentarme a ellos, me he dado cuenta de que no era eso lo que tenía ni quería hacer. Lo que tenía que hacer era ayudar a mi padre, dar la mano a mi madre, llamar a la familia... porque ¿de qué me vale ser médico-aprueba-asignaturas, si cuando tengo al paciente en casa no lo veo?
Tal vez cuando mis compis salgan del examen y me digan si ha sido fácil, lamente no haberme pasado una noche en vela para recuperar las horas del hospital, pero lo que tengo claro es que probablemente hoy esté haciendo lo que debo...

lunes, 12 de diciembre de 2011

Ideas en el Metro

Hace cosa de una semana, una amiga se sacó el carnet de conducir. Yo también lo tengo y, mientras que ella lo estrenará en cuanto se lo den en mano, yo continuaré usando el Metro. Sí. Ese Metro de Madrid que tan buena y merecida fama tiene.
En suma, cada semana paso más tiempo en sus galerías que en mi casa, me desplaza de punta a punta de mi ciudad y supone mi referencia geográfica principal. Dicho así, podría estar escribiendo una rata de alcantarilla, pero es que con el paso de los años se le va cogiendo gusto a este medio de transporte. 
Tanto es así, que si hablara contaría millones de historias, algunas de las cuales han marcado mi vida: en el Metro he sufrido insultos, ofensas, amenazas, borracheras ajenas y propias, halagos, piropos, peticiones de citas; he escrito, estudiado, pintado, dormido; me he mareado, he ejercido de médico, he llorado, he reído, he quedado, he escuchado mi música, la de otros, la que tocaban, las historias de los que pedían... y muchas, muchas veces, simplemente me he relajado.
Doy gracias a que en el Metro los asientos te obligan a mirar al de enfrente, porque de esta forma se descubren la sinceridad y la inocencia de muchos ojos. Porque, ¿quién no ha dejado la mirada perdida en esos trayectos automatizados?, ¿a quién no se le ha caído una lágrima en algún momento, cautivado por la soledad de los propios pensamientos?, ¿quién no ha sonreído en el momento apropiado a otro y te ha hecho ver la bondad de las personas?
Tal vez sea una sensiblería pasajera, pero muchas veces nos relajamos tanto en el Metro y somos tan conscientes de que nuestros compañeros de viaje son temporales, que afloran los gestos y pensamientos que en otras circunstancias ocultaríamos, o al menos reservaríamos para la intimidad de nuestros hogares.
Hoy el señor que iba delante de mi y yo nos hemos estado mirando durante diez minutos: él veía a una joven solitaria con ojeras que entrecerraba los ojos tratando de prestar atención a la lección que escuchaba a todo volumen de sus cascos y luchaba por no dormirse; yo veía a un hombre cansado cargando con un portafolios, probablemente un maestro, probablemente cansado de la vida. Ambos éramos un complemento: él enseña, yo aprendo, pero los dos obligados, deseando una paz que hasta dentro de mucho tiempo no obtendremos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Si no te gusta la Medicina

Resulta que antes de Navidad a los estudiantes de sexto curso se nos da la posibilidad de liberar dos de las cinco asignaturas de las que estamos matriculados. Son dos exámenes con todo el temario de Farmacología Clínica uno y de Medicina Preventiva el otro que si los apruebas te olvidas para siempre de que existieron.
Evidentemente, cuando me toca estar de pseudo-encierro en casa estudiando es cuando más inquietudes me surgen y cuando más vueltas le doy a la cabeza.
Pues bien, en este puente, además de intentos infructuosos de que me cundiera el tiempo con "Preven", he retomado el alemán (idioma que me encanta y que es tan agradecido de estudiar que pese a no haberlo tocado en años, sigo recordando lo básico de gramática), y he empezado a estudiar matemáticas. 
Mientras buscaba el método más económico para todo ello (que, por supuesto, ha sido Internet), Google ha soportado mi furia tratando de encontrar un Blog o un foro en el que se hablase de por qué no gustándonos la Medicina, nos sigue mereciendo la pena acabarla. Cuál fue mi sorpresa cuando una de las opciones que te ofrece el buscador según escribes "no me gusta..." es "no me gusta la medicina" y no la ingeniería, o la economía o el derecho o cualquier otra carrera. ¿Será porque no soy tan rara? Efectivamente. Por eso y porque quien no se consuela es porque no quiere: he echado un vistazo a gente en mi situación, que, por su propia experiencia y por la madurez y perspectiva que te dan los años, concluía dos asuntos claves:
- Termina la carrera porque tendrás más posibilidades laborales que en otras... y porque ya has entrado, que es lo difícil.
- La vocación no existe, es todo lo que tú quieras poner de tu parte.
No podría estar más de acuerdo. Evidentemente, los dos puntos que escribo aquí son un resumen egoísta de grandes parrafadas que adornaban el asunto añadiendo que lo bonito de la Medicina es salvar vidas, y ayudar al prójimo, y etc., etc. Por supuesto que eso es bonito: ver cómo iluminas los ojos de un paciente cuando le das esperanzas o soluciones a su enfermedad, vivir de cerca la mejoría de alguien que se encontraba realmente mal cuando lo recibiste... pero no sólo se necesita la salud, de modo que ser médico no es el único modo de ayudar al vecino. 
Un locutor de radio sembró el caos cuando anunció el fin del mundo por una invasión a la tierra, pero también llena cada día la imaginación de nuestros solitarios ancianos; una camarera puede sacar a patadas al borracho salido de turno, pero también puede regalar una sonrisa y llenar la boca al más hambriento; un conductor de autobús puede dejarte tirada en la parada porque no ha querido volver a abrirte la puerta, pero también puede mirar por el retrovisor y esperarte a que llegues cuando te ha visto empezar a correr... Nuestra sociedad está repleta de personas que hacen posible que todo funcione, y es simplista limitarse a decir que el médico salva vidas y es el que ayuda a las personas, porque no es el único y porque cuando se ve desde dentro, siempre te queda ese sabor agridulce que te da la superespecialización: eres un mero mecánico de un motor complejísimo, así que es raro que seas tú el que vea el proceso entero de la curación.
En resumen, aquí sigo un sábado por la noche, subrayando una asignatura aburrida en la que no tengo el menor interés, y dejando volar mi imaginación cada cinco minutos a sitios o circunstancias mucho más atractivas que esta... Sólo quedan unos meses para tener un título que me avale toda esta pérdida de tiempo... sólo unos meses más.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Series, series, series (II)

Estaría días enteros hablando de series y ni me cansaría, ni me quedaría sin cosas que contar, pero antes de hacer una entrada comentando mis opiniones finales sobre Breaking Bad (estoy de exámenes y cualquier cosa es mejor que hablar de Medicina), quisiera dejar unas cuantas series más que han marcado estos últimos años:


THE SIMPSONS: Simpática familia en alguno de los tantos pueblos de Sprienfield de EEUU, que a día de hoy es sobradamente conocida en, me atrevería a decir, el 90% de las casas. Si bien es uno de los mejores productos de la Fox (tanto que Matt Groening les debe de manejar a su antojo), ha sabido llegar no sólo a niños, que en su inocencia sólo ven dibujos animados con aventuras y trastadas, sino también a adultos, en sutiles indirectas, críticas y caricaturas. Haciendo memoria, han pasado por los personajes amarillos desde figuras políticas a científicos, deportistas de élite o divinidades... y nos han hecho reír en sus absurdos.

FRIENDS: Ya que he comenzado con una serie agradable, no podía dejarme al grupo de amigos que todos quisiéramos tener, tanto para reírnos como para compartir todo tipo de asuntos tomando un café en Central Perk. Serie también rentable como pocas, pero tan agradable de ver que pocos se niegan a las reposiciones.



HOUSE: Aunque no me han gustado demasiado las series de médicos, House empezó de un modo muy prometedor. Después de la mítica Urgencias (insuperable), nos trajo casos clínicos interesantes y personajes muy definidos y que, pese a que ninguno nos identificábamos con ellos, sí que nos hacían reflexionar acerca de quién preferíamos que nos recibiese ante la enfermedad (el huraño pero inteligente House o la bondadosa pero peor médico chica de turno). No obstante, la serie dejó de interesarme hace ya varias temporadas.


IN TREATMENT: Sin dejar la sanidad, propongo esta serie. Insólita en su planteamiento, sin apenas decorados y apoyada simplemente en un diálogo ingenioso y con buen ritmo. Una pena que no continuasen las historias de este psicólogo, que cada día de la semana atendía a un paciente distinto durante cada temporada. Brillante e innovadora, con esa pizca de sorpresa que esperas encontrar a día de hoy, cuando todo parece estar inventado, y cuando exigir a un telespectador un poco de atención lleva al fracaso a un guión excelente.

PUSHING DAISIES: La descubrí casualmente y me llamó la atención sobre todo por el manejo de los colores, todos ellos saturados hasta rozar la irrealidad, tan acorde con la propuesta de la serie. En esencia, llamar la atención sobre Pushing daisies diciendo lo que le ocurre al protagonista sería absurdo, porque nadie creería que un chico capaz de devolver la vida a un muerto bajo ciertas normas y que intenta una relación con una mujer a la que no puede ni tocar, podrían dar a luz unos capítulos tan entretenidos. Lástima también que no muchos se detengan a mirar sus paisajes, a degustar sus colores y a disfrutar de esa característica voz en off que nos conduce por cada capítulo.

 
MAD MEN: Si hablo de estética no podía dejarme esta serie, que está recibiendo su merecido reconocimiento y nos traslada de modo impecable a los duros años sesenta, con sus dobles morales, sus ideologías hoy obsoletas... que tanto contrastan con nuestra sociedad actual... ¿o no? La reflexión, cada uno en su casa.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Series, series, series...

Pues sí, entre semana mucho hacer que estudio, mucha práctica y mucho rollo, pero cuando agarro el portátil no hay quien evite que vea una buena ración de series, aderezada, por supuesto, con spoilers, fan-fics y comentarios en distintos foros. Hay que ser freak de algo, y las series dan mucho juego.
Por comentar algunas de las que ocupan mis días, dejaré estas:


EXPEDIENTE X (THE X FILES): Clásico donde los haya e imprescindible como pocas. Marcó una época, y aún hoy ocupa miles de mentes de seguidores que, como yo, cuidan de todo su merchandising como si de un hijo se tratara. No sólo abordó un tema difícil y novedoso para aquella época, sino que a lo largo de sus nueve temporadas nos logró convencer de toda una compleja y oculta trama gubernamental, nos aterrorizó con sombras y buenos guiones, y marcó el modo adecuado de llevar una relación entre sus dos protagonistas, Mulder y Scully. Dejo a un lado, por supuesto, todo el movimiento shipper que nació a raíz de la tensión sexual no resuelta de los agentes, y que aún hoy perdura. Y es que la segunda película (2008) fue un error a olvidar dentro de la serie, de modo que esa absurda actitud empalagosa de ambos, así como un argumento flojo y alejado de resolver cuestiones que los adeptos estábamos esperando, es mejor pensar que nunca se rodó (desde luego en mi estantería nunca va a aparecer ese DVD...).


BONES: Siguiendo con series con una base de UST marcada, Bones nos muestra, a día de hoy, un vacío trascendental en lo que venía marcando la dinámica y principios del argumento: una científica intelectual y físicamente afortunada, pero obstinada en racionalizar todo hasta el punto de negarse los sentimientos que suscita su enamorado, valiente, atractivo y fuerte compañero. Y de repente, Emily Deschanel embarazada, la temporada que se acaba y unos guionistas que para solucionarlo nos vetan de cualquier imagen que justifique el reciente embarazo de la protagonista. Más les vale que a lo largo de esta temporada nos ofrezcan algo más de esa relación, de por qué de repente no dudan en pronunciar abiertamente su amor, de cómo han reaccionado sus compañeros, etc., etc. De lo contrario, dudo que continúe siguiéndola, porque si bien los casos suelen ser entretenidos y los secundarios ofrecen personajes bien definidos e interesantes, ninguno cubrirá el internamiento psiquiátrico de Zack, la muerte de Vincent y la relación de Brennan y Booth.


CASTLE: Otro clasicazo actual en lo que a UST se refiere. Aquí los personajes han ido evolucionando admirablemente, y la rígida e inflexible Beckett ahora sabe divertirse, se ha hecho un poco más dependiente e incluso se viste, peina y habla de modo distinto. El descarado Castle, por el contrario, ha madurado sin perder ese atractivo picarón y es capaz de deleitarnos en un mismo capítulo con sus más profundos sentimientos unidos a sus chistes, comentarios descarados y miradas provocativas. Chapeau por los actores y por los guionistas, y a ver cómo se desarrolla esta temporada, que de momento nos tiene mordiéndonos las uñas semana tras semana bajo promesas en los spoilers que caen con cuentagotas.


BREAKING BAD: Serie completamente distinta a las demás y que se merecería una entrada ella sola. Dirigida por el genial Vince Gilligan, no cabía esperar más que lo que es: una gozada en cada capítulo, que te atrapa completamente y te hace moverte con los personajes y su angustia y temores. Bryan Cranston, al que yo conocía por Malcolm in the middle y algún papel secundario, se muestra polifacético al máximo, y sus gestos te transmiten todo cuanto pasa por la cabeza de Walter. Pese a que aún no la he terminado, no puedo decir nada en contra de la serie: argumento muy bien llevado, movimientos de cámara perfectamente adaptados a cada situación, música seleccionada magistralmente, jerga estudiada, ubicación, personajes bien delimitados... y como colofón, ese sabor que te hace reflexionar cuando ya ha terminado el capítulo y en el que no sabes cuál sería el paso que tú darías en caso de encontrarte inmersa en todo el follón. Muy recomendable.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un buen y completo día

Adoro los días como hoy, en los que todo el mundo parece simpático, o al menos la inmensa mayoría, en el que doy más besos que nunca (es lo que tiene empezar las prácticas en un Centro de Salud en el que yo soy la máxima novedad), en el que puedo perder el tiempo con mis amigos, me cunde el estudio, doy rienda suelta a una peluquera para que me haga un corte original y me deja tal y como yo quería, en el que sólo llueve cuando llego a mi destino y tengo una manta a mano, en el que puedo disfrutar de mi serie de reciente adicción (Breaking Bad), en el que me responden a los mails... Hoy es el día perfecto. Sólo por la cantidad de sonrisas que he visto ha merecido la pena salir del calor de las mantas. Pero nunca llueve a gusto de todos, y sé que mañana podría ser mejor... 

Me falta, por ejemplo, la sonrisa de una de mis seguidoras...

sábado, 29 de octubre de 2011

Puentazo de Halloween



Si bien es cierto que me siento profundamente española (adoro nuestro idioma, nuestras costumbres, nuestra historia, tradición y cultura, nuestra comida...), una americanada como es la celebración de Halloween (y no los Santos, que parece que caen en un plano secundario), constituye la excusa perfecta para un puentazo de 4 días. Pretendo dormir hasta hartarme, ver todo el cine que tengo retrasado (se me acaba de descargar "Más allá de la vida", así que empezaremos por ella), estudiar, avanzar en mi Trabajo de Fin de Grado y hacer el portafolios (una especie de resumen que justifica lo hecho/aprendido cada día de mi rotación por Urología).
Pero lo mejor del puente es, sin duda, la perspectiva que me da alejarme de lo cotidiano, de las comidas con mis amigos del MIR en el pabellón, de mis compañeros de otros cursos, de cambiarme espalda contra espalda con desconocidos en las taquillas... y en su lugar, ver cómo ilumina el sol por las mañanas mi casa y la da ese ambiente especial y desconocido porque nunca estoy aquí para verlo, o cómo se levanta mi familia (yo soy la que primero se va de casa), o el olor del café de cafetera inundando la cocina. Y es que ayer, mientras tomaba unas cañas con mi Adjunto de una rotación de cuarto curso (en la que me hice más médico que nunca), me dí cuenta de que pese a que llevo todos estos años deseando acabar la carrera, me queda muy poco para dar un vuelco a mi vida y hacer que los años se contabilicen de enero a diciembre y no de septiembre a junio, de emanciparme al fin, de tener nuevas preocupaciones como nóminas y facturas, responsabilidades... Tengo miedo. He descubierto que me acongoja al mismo nivel que lo anhelo. Voy a tener que madurar de una vez por todas y sin vuelta atrás.
En cualquier caso, alguien me dijo una vez que solía adelantarme demasiado a los acontecimientos que estaban por venir, así que pensando en hoy mismo, voy a salir de fiesta loca esta noche hasta que los pies no me aguanten, que mi mejor amiga celebra su cumpleaños, y mañana me preocupo de lo ocurra entonces, que ahora es pronto!!!

martes, 25 de octubre de 2011

Un día calmado... ¿o no?

Releyendo mi última entrada (cosa que no repetiré, o borro todo el Blog), me he dado cuenta de que si alguien en la red me está siguiendo, me imaginará como una loca que va de aquí para allá corriendo. Casi pero no. 
Hoy, por ejemplo, he decidido que iba a ser un día tranquilo. Evidentemente, la definición correcta a esas palabras corresponde a que hubiese estado tirada en un sofá viendo la tele y comiendo (mis planes para este puente, por cierto), pero en la vida del estudiante un día tranquilo es diferente.
Parto de tres principios:
- Ya que odio con toda mi alma madrugar, si me levanto, es para aprovechar el día.
- Soy estudiante en P-R-Á-C-T-I-C-A-S. Esto no todos los médicos lo entienden, pero quiere decir, en esencia, que estoy allí para ver mucho, hacer lo que pueda y preguntar hasta colmar a quien le toque aguantarme. Y todo esto, no sólo gratuitamente, sino pagando. Esta es la diferencia entre el Residente y yo: los dos pringamos, pero si alguien tiene que llenarse de mierda, será el Residente, porque yo contribuyo a su sueldo.
- En el Pabellón de Estudio somos ciento y la madre, de modo que si me cruzo con gente a la que no veo, es de rigor pararme a hablar con él (preferiblemente)/ella sin mirar el reloj.

Pues bien. Por culpa de estos tres principios, me he levantado a las 06:15h y apoyo mi flamante culo en un asiento de mi casa ahora, a 16 horas después. 
La idea es que ya desde el principio la cosa se ha liado: iba unos 15 minutos más tarde de lo habitual, de modo que tus compañeros anónimos de todas las mañanas ya han sido sustituidos por nuevos personajes de seis Metros más allá. Del mismo modo, las personas con las que me desnudo en la taquilla (porque somos así de modernos, sin tapujos... todo mixto), han cambiado y me ha dado por charlar con ellos. Luego a prácticas: sesión, pase de planta, corriendo a informar uno por uno a los quince acompañantes de nuestro paciente gitano (se ve que luego cotejan la información...), de ahí a biopsias prostáticas, el tío que mea sangre porque le han tocado la uretra, se le pasa y de nuevo a correr a quirófano, preguntas teóricas de un Adjunto misterioso con gorro y mascarilla, la cirugía se complica pero logran terminarla. Cuando ya "me escaqueo", a eso de las 13:30h, me empiezo a encontrar compis, y no hay que ser borde: las acompaño a por café (porque ellas SÍ han comido), o hasta la Renfe, o a por el café (él tb había comido)... y cuando llego a mi comida me recogen con espátula mis amis del pre-MIR, que parece que vienen de la guerra y cada día tienen más ojeras. Como y tengo una conversación profunda con otro amigo al que no había visto. Estudio lo que me había propuesto para hoy y mañana y llego a casa dispuesta a contároslo, anónimos lectores, mientras se descarga un nuevo capítulo de Castle. Porque ante todo, soy friki!!! XD

lunes, 17 de octubre de 2011

Hoy no tengo fuerzas para subirme al mundo...

Lunes. He dormido tres horas porque ayer, domingo, mi tutor pensó que teníamos una reunión hoy y tuve que ponerme a chapar a última hora (sí, soy poco previsora). Luego en prácticas me han pasado a planta de urología y un señor ha dicho que nos va a pegar, que no nos descuidemos. Al mismo tiempo, el Adjunto me mandaba para mañana hacer una presentación por no saber contestar a una de sus preguntas (da igual si las dieciocho mil anteriores me las sabía...). De ahí, corriendo las nueve plantas hasta el pabellón de estudio, donde he tenido que suplicar para que me abriesen la sala de informática, porque mi madre le había dado a borrar al mail que contenía todo mi trabajo de anoche. Lo envío, y a correr para comer con mis amigos. 
Llega la tarde, y logro concentrarme rodeada de cafés. Cuando estoy en la cumbre de concentración, comienzan los golpes: el vicedecano ha decidido que, ahora que se acercan los exámenes, va a cambiar todo el mobiliario de las salas de estudio. Olé por pensar en nosotros e invertir dinero en nuestro bienestar, pero con lo largo que ha sido el verano... 
Con este ambientazo, me llaman mis amigos no-médicos y me dicen de cenar. Miro el reloj: ya son las 20:00h., no he terminado lo que me he propuesto, y mi cita con el tutor se ha demorado a mañana, de modo que tengo que finiquitar lo que ayer dejé por imposible. Digo que no a la cena.
Vuelta a casa. Está vacía. Genial. Relax. Cuando tengo el mechero en la mano para encender una barrita de incienso que me dé un poco de tranquilidad, llegan todos, impacientes por hablar. Mientras les cuento y me cuentan, abro el ordenador: tengo plan para el puente de los Santos. Debuti. Reunión con el tutor atrasada al miércoles: se amplía el plazo. Chachi. Se han subido millones de apuntes de nuevo. Menos cincuenta puntos. 
Voy a cenar. Ya son las 23:00h. y aún no he preparado la presentación de urología. Me gustan dos pelis que ponen en la tele, pero alterno cada escena con un vistazo rápido al reloj. No me concentro para ver ninguna de las dos. Vuelta a la habitación. No he fregado; voy a la cocina y friego. Vuelvo. Tengo que encontrar transporte para el plan del puente, y la bandeja del correo está llena con novedades de la Academia del MIR. Me intento poner a hacer algo productivo. Las 23: 45h. Pongo música de Rosana mientras tomo mi ¿quinto?, ¿sexto? café del día. Suena esta canción y lo interpreto como una señal: mañana más y mejor.

Pero no. Aquí sigo, hiperactiva por tanta cafeína y demasiado nerviosa como para dormir. Por favor, que mañana amanezca domingo...

sábado, 15 de octubre de 2011

Primeros pasos de una opositora

Este jueves comencé la Academia de mi temido MIR, y las 6 horitas de clase no resultaron tan horribles como cabía esperar... o tal vez fue la dosis que me proporcionó una de mis compis de chocolate con menta en el descanso. El caso es que superé la prueba y llegué a un acuerdo implacable con una amiga: ella me agobia durante las dos primeras vueltas y yo la desestreso en las dos últimas. Y es que no hay forma mejor de amenazarme que decirme que no me va a dar la nota para hacer la Especialidad que ahora mismo más me importa...
Siguiendo con mi resumen de la semana, ha estado llena de encuentros agradables que parece que me han dado un motivo por el que seguir adelante. Además, he logrado dejar de dormir siestas entre semana y voy a empezar a estudiar desde este mismo lunes para que no se me junten las cosas... y si sobra tiempo, me dedicaré al Trabajo de Fin de Grado, un invento del nuevo plan de estudios que sustituye mi empanamiento mental en el Metro. Y es que si tienes que traducir artículos, no hay mejor sitio que el suburbano, que si tienes dudas de alguna palabra, el de al lado por el puro cotilleo tratará de solucionártela. Doy fe.

Bueno, en mi siguiente entrada trataré de contar alguna anécdota de prácticas, que las hay y muy buenas...

miércoles, 12 de octubre de 2011

Comenzando un nuevo periodo

Como cualquiera puede pensar, a mis 22 años lo único que quiero es tener dinero fácil y viajar a lo loco por cualquier rincón del mundo, salir de fiesta y dormir sin parar durante más de las 4 horas de las que suelo disponer para esta tarea. En su lugar, tomé la equivocada decisión de estudiar Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, y llevo anclada así seis años. Durante mi curso de Sexto, en el que me encuentro, tendré el placer, además, de estudiar para el examen MIR del 2013, que me permitirá formarme como Especializada en algún hospital español y decidirá, en esencia, mi alimento para el resto de mis días. Todo ello a expensas de una nota.
Pero parece demasiada carga como para llevarla sola, así que decidí que cuando empezase la carrera me haría con al menos un puñado de personas con las que mereciera la pena compartir los buenos y malos momentos. En ese sentido, meta cumplida.
Esta carrera te proporciona, en mi experiencia, madurez y responsabilidad (porque aprendes a no salir... un mes antes de que empiecen los exámenes), pero también personajes peculiares de los que aprendes muchas cosas: todos los pre-médicos conocemos al típico friki que sólo vive para y por la carrera, al típico que no pisa el aula ni para los exámenes, al que no sabes de qué clase de jaula salió para ser tan cafre y lograr entrar en Medicina... En fin, para todos los gustos... Lo más recomendable, en líneas generales, es terminar habiendo tenido, como mínimo, una conversación de media hora con cada uno de los que te codeas, que algo sacarás en claro.

Comienzo este Blog para compartir con vosotros, perfectos y anónimos desconocidos, algunas de mis frustaciones y triunfos a lo largo de mi especialización.