domingo, 18 de diciembre de 2011

Cuando lo vives en primera persona

Acabo de tomar una dura decisión. Desde principios de curso sabíamos dos cosas: que Medicina Preventiva iba a estar difícil de aprobar, y la fecha del examen. Pues bien, aún sabiendo eso desde hace meses, mañana no me examino. 
¿Los motivos? Tengo pánico a que agote las convocatorias de esta año para cada asignatura y que no termine la carrera, pero lo que es más importante, tengo claras mis prioridades.Se supone que los que estudiamos Medicina lo hacemos con la finalidad de que nuestros conocimientos sirvan para mejorar el estado de salud de las personas en su definición más amplia. Sin embargo, parece que nos cuesta ceder esa importancia a las personas que tenemos a nuestro alrededor. 
Me explico: esta mañana mi madre ha tenido un accidente y necesitaba que la atendiesen en Urgencias. Todos los que hemos rotado por este Servicio sabemos cómo va el asunto desde dentro: las prácticas son geniales, deseas que tu Adjunto te diga del paciente eso de "Es todo tuyo", es un ritmo frenético, interpretas analíticas de cinco pacientes distintos, te levantas y miras radiografías de otros tantos... pero cuando estás en la sala de espera, todos los diagnósticos diferenciales se concentran en una sola persona: en mi caso, mi madre. 
Evidentemente, cuando se la llevó la Ambulancia y tuve un segundo de lucidez en mi solitaria casa, metí dentro de la bolsa de ropa-para-evitar-que-mi-madre-salga-del-hospital-en-pijama, mi taco de apuntes. Para matar las horas de la sala de espera, también es obvio que los he sacado. Ahí estaban, como riéndose de mi circunstancia y planteándome un reto que sabían que tenían ganado.
Cuando, después de solucionado el susto, he vuelto a enfrentarme a ellos, me he dado cuenta de que no era eso lo que tenía ni quería hacer. Lo que tenía que hacer era ayudar a mi padre, dar la mano a mi madre, llamar a la familia... porque ¿de qué me vale ser médico-aprueba-asignaturas, si cuando tengo al paciente en casa no lo veo?
Tal vez cuando mis compis salgan del examen y me digan si ha sido fácil, lamente no haberme pasado una noche en vela para recuperar las horas del hospital, pero lo que tengo claro es que probablemente hoy esté haciendo lo que debo...

1 comentario:

  1. Muchas gracias por tu apoyo y por todo lo que sé que arriesgas cada día; pero sobre todo por tu compañía, tu saber estar y el cariño inmenso que me hace seguir adelante cuando las cosas se ponen difíciles. Has sido mi regalo desde que naciste e intento reabrirlo cada mañana para asegurarme de la suerte que Dios me ha dado por tenerte conmigo.

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