lunes, 17 de octubre de 2011

Hoy no tengo fuerzas para subirme al mundo...

Lunes. He dormido tres horas porque ayer, domingo, mi tutor pensó que teníamos una reunión hoy y tuve que ponerme a chapar a última hora (sí, soy poco previsora). Luego en prácticas me han pasado a planta de urología y un señor ha dicho que nos va a pegar, que no nos descuidemos. Al mismo tiempo, el Adjunto me mandaba para mañana hacer una presentación por no saber contestar a una de sus preguntas (da igual si las dieciocho mil anteriores me las sabía...). De ahí, corriendo las nueve plantas hasta el pabellón de estudio, donde he tenido que suplicar para que me abriesen la sala de informática, porque mi madre le había dado a borrar al mail que contenía todo mi trabajo de anoche. Lo envío, y a correr para comer con mis amigos. 
Llega la tarde, y logro concentrarme rodeada de cafés. Cuando estoy en la cumbre de concentración, comienzan los golpes: el vicedecano ha decidido que, ahora que se acercan los exámenes, va a cambiar todo el mobiliario de las salas de estudio. Olé por pensar en nosotros e invertir dinero en nuestro bienestar, pero con lo largo que ha sido el verano... 
Con este ambientazo, me llaman mis amigos no-médicos y me dicen de cenar. Miro el reloj: ya son las 20:00h., no he terminado lo que me he propuesto, y mi cita con el tutor se ha demorado a mañana, de modo que tengo que finiquitar lo que ayer dejé por imposible. Digo que no a la cena.
Vuelta a casa. Está vacía. Genial. Relax. Cuando tengo el mechero en la mano para encender una barrita de incienso que me dé un poco de tranquilidad, llegan todos, impacientes por hablar. Mientras les cuento y me cuentan, abro el ordenador: tengo plan para el puente de los Santos. Debuti. Reunión con el tutor atrasada al miércoles: se amplía el plazo. Chachi. Se han subido millones de apuntes de nuevo. Menos cincuenta puntos. 
Voy a cenar. Ya son las 23:00h. y aún no he preparado la presentación de urología. Me gustan dos pelis que ponen en la tele, pero alterno cada escena con un vistazo rápido al reloj. No me concentro para ver ninguna de las dos. Vuelta a la habitación. No he fregado; voy a la cocina y friego. Vuelvo. Tengo que encontrar transporte para el plan del puente, y la bandeja del correo está llena con novedades de la Academia del MIR. Me intento poner a hacer algo productivo. Las 23: 45h. Pongo música de Rosana mientras tomo mi ¿quinto?, ¿sexto? café del día. Suena esta canción y lo interpreto como una señal: mañana más y mejor.

Pero no. Aquí sigo, hiperactiva por tanta cafeína y demasiado nerviosa como para dormir. Por favor, que mañana amanezca domingo...

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