miércoles, 7 de octubre de 2015

De vuelta

Llevo tanto sin escribir que no sé por dónde empezar. No sé cómo expresar lo que ha sido este último año, lleno de ocupaciones, de sentir el latido del corazón queriendo explotar el pecho, de conducir como una loca sin destino, rodeando montañas entre aldeas olvidadas que se debaten contra la fuerza de los eucaliptos que los rodean. He acomodado horas de trabajo, estudio y descanso para continuar la inercia, para no enfrentarme a mis pensamientos ni reflexionar el rumbo de todo esto. 
Se cierra el círculo otra vez. Dos años y medio de la misma rutina y ya estoy tocando fondo. Sólo me llena huir lejos, donde no me encuentre a nadie y llenar mis pulmones con un aire muy, muy frío que corte la piel de mi cara y me haga dejar de sentir mis manos. Y luego, mantener el ritmo más frenético que mi cuerpo aguante: despertarme con el tiempo justo y correr, trabajar sin tregua, comer sin masticar y luego estudiar, y quedar, hacer planes y cometer errores con los hombres menos indicados, y caer finalmente rendida en la cama, sola y exhausta, hasta el día siguiente. Sin tiempo para pensar. Con la música que quiera seleccionar el reproductor en modo automático que me acompañe en la calle mientras camino rápido y cabizbaja, sin necesidad de destino definido y entretenga mis pensamientos para no fijarme en ninguno. Éso ha sido mi último año. Rellenar el currículum, luchar hasta que me piden tregua y romper con los que un día pensaron que una parte de mí estaba hecha para ellos. 
Y ahora, en pleno Octubre y de vuelta a la ciudad que me ha visto nacer, me planteo volver a apoyar los pies en tierra firme, aunque aborrezca la idea por simple y aburrida, y me doy cuenta de que sigo pasando de puntillas por la vida, esquivando abrazos y planes estables, eludiendo eso que dicen que es el amor y descubro lo feliz que soy descubriendo a gente sólo para pasar a su lado unos días, dando igual el número. 
He recuperado la felicidad de los niños, su inquietud y ganas de aprender y comerme el mundo. Soy tan terriblemente feliz en este momento, en el que no sé dónde voy pero me siento absolutamente libre, que no quiero que acabe nunca. Quiero seguir sintiendo todo el tiempo al mundo moverse sobre sí mismo mientras yo revoloteo a mi antojo. Y así voy a continuar.

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