lunes, 2 de abril de 2012

Viaje de fin de carrera

Vengo del viaje más increíble de todos, el que más llevo anhelando entre la admiración y el miedo, y, cuando he marchado, esa sensación indescriptible de desahogo me ha vuelto a invadir, empujándome a no volver, animándome a que sería en éste en el que encontrara eso que tanto llevo buscando. Pero he vuelto tan entera como siempre, tan llena de historias que no tienen a nadie que las escuche, tan sola y tan lejos de un hogar como otras veces. He vuelto, amigos, a la monotonía.
Me invade de nuevo ese sentimiento de soledad que hace que cada vez desee con más fuerzas no regresar de la siguiente escapada. Esta vez he estado más cerca de contar lo que me lleva atormentando tantos años y que aún no me he atrevido a pronunciar en voz alta. Me he dado cuenta de que estoy esperando encontrar a alguien de quien huir no como lo he hecho hasta ahora, sino con kilómetros de seguridad de por medio. Quisiera encontrarlo y gritarle que aquello no tuvo que pasarme a mí, que no fue justo y que sigue regresando a mi memoria cada día, sin dejarme descansar tranquila. Pero luego pienso en que es igualmente injusto cargar a alguien con mi historia, con su conciencia y con mi abandono al mismo tiempo, y regreso a este mismo instante, con mi vida marcada por un error que acarrearé hasta el final de los tiempos.
Cuando viajo sueño que, al igual que el avión despega y me aleja de toda mi historia, de todos los buenos y malos recuerdos, yo también los dejo atrás, y por eso soy tan feliz fuera de mi patria. Sin embargo, la amo demasiado profundamente y aquí regreso sin importar cuánto arriesgué o lo que mi temeridad pudo haber supuesto.
España, me acoges siempre como una madre que es a la vez protectora y conciencia. No sé si quiero alejarte de mi vida, pero quiero ser tan feliz como cuando escapo de tu tierra y dejo atrás secretos, lágrimas, soledad y monotonía.

2 comentarios: